viernes, 16 de noviembre de 2007

Enrique VIII Llega a Latinoamerica



Cuando un guerrero gana la batalla y se sienta en el poder tiene ante sì dos caminos: convertirse en el hèroe o el tirano de su pueblo.

Llegada la hora de gobernar, creyendo haber vencido todos los obstáculos, el guerrero debe enfrentarse, esta vez desde la comodidad de su silla, con sus verdaderos enemigos: el “Yo” y “Lo mìo”. La diferencia entre ser un verdadero hèroe y un monstruo- tirano radica entonces en dos pequeñìsimas disyuntivas: ¿hasta donde lo que “yo” pienso y creo es lo mejor para mi pueblo?, y ¿què es realmente mìo y què es de mi gente? El hèroe es un hombre sacrificado que acepta el dolor de convivir con personas que le difieren en sus ideales y que debe administrar y multiplicar unas riquezas que le rodean pero que no debe tocar, ni desear, pues sabe que el sòlo hecho de imaginarlo serìa antiètico y demasiado peligroso (podrìa llevarlo “al lado oscuro”).

Si “el poder corrompe a quien lo desea” (J.R.R. Tolkien), mucho màs puede perturbar a quien lo posee. La vanidad dada por la gloria tiende el puente a hacer creer al guerrero que lo que hecho ha estado tan bien que todos deberìan hacerlo igual. La promesa de que todo marchará mejor y la fe puesta en hacer de una pequeña aldea un imperio, le dan la confianza al pueblo para otorgarle responsabilidades mayores. Entonces el guerrero hace suyo, literalmente, a sus seguidores, y si no es tolerante, pensarà que todo lo que èl cree y opine serà lo mejor para todos. La habitación, el hogar y todo el territorio de gobierno dejaràn entonces de ser su administración para serà “su” propiedad. Con tanto poder, el guerrero ya no podrà dormir en paz y la Paranoia serà entonces el pròximo enemigo a enfrentar, sòlo que la paranoia crea fantasmas donde no los hay y por tanto, todo a su alrededor serà su enemigo, al menos todo aquello que se atreva a decirle “No”.

Cuando el “Yo” y “Lo Mìo” poseen al guerrero ya no hay marcha atrás, su heroísmo ha quedado relegado por su intolerancia, se ha convertido en un “Monstruo-Tirano”. Encontrarse con un “No” serà su peor enemigo, y por el bien del pueblo, al enemigo hay que eliminarlo. Lo que sucede es que muchos de èstos enemigos son fantasmas producidos por su propia imaginación, por su paranoia, y como no se puede golpear a un fantasma, la vìctima es el primer inocente cuya estocada encuentra en el camino. Entonces el terror se apodera del pueblo, que, al presenciar la muerte de sus vecinos temerà contradecir al tirano y en lugar de luchar correrà a esconderse a su casa, regenerando el verdadero ciclo de la vida: el ciclo del poder. El pueblo comienza a aclamar por un nuevo guerrero, con la fe de que èste desbanque al monstruo y se convierta en un hèroe de verdad: aquèl que le cuide, dejándole ser libre en su propia tierra.

Enrique VIII Tudor hizo de Inglaterra un Imperio de cabezas rodadas: desde su alcoba hasta el reino entero eliminò a toda aquella voz que pronunciara la fatìdica palabra, “No”: a la mujer que no le daba un varòn, a la iglesia que no le dejaba divorciarse, al ministro que no le diera un voto a sus leyes. Con el estupendo rostro de Jonathan Rys Meyers, llega a LatAm esta majestuosa serie producida por Showtime, sobre uno de los monstruos tiranos màs fascinantes de la historia: Henry VIII. Si quieren saber el por què de tal fascinación les invito a ver “The Tudors”, todos los domingos (en el pauèrrimo horario de medianoche) en P+A.

Dios quiera no lo censuren.

1 comentario:

Andreina dijo...

El domingo pasado me lancé 4 capítulos seguidos porque realmente, no podía dejar de verla. Es espectacular.
Los trajes, las locaciones y las actuaciones son impresionantes.
Muy bien realizada.
Gracias por este post. La serie se lo merece.